siempre hay algo que contar...

lunes, marzo 06, 2006

cada vez menos...

Cada vez hay menos árboles conviviendo con las personas, y, los que hay, se ahogan irremisiblemente en sus cubículos de cemento. Cada vez hay más gente, y menos comida, y más armas, y menos derechos. Cada vez hay más rabia y menos palabras. Y los diálogos mueren antes incluso de tener interlocutores. Cada vez hay menos persona – persona, y más persona – máquina, y más persona – televisor, y más persona – nada. Cada vez somos más los que esperamos menos, los que nos conformamos con menos, los que cedemos más. Y cada vez son muchos más los que tienen mucho menos. Cada vez hay más reglas, y menos excepciones. Y en esas reglas, cada vez hay más cláusulas, y más letras pequeñas, y más interpretaciones. Cada vez hay más guerras pero cada vez nos parecen menos importantes. Cada vez hay más carreteras pero menos sitios a los que valga la pena ir. Cada vez hay más reuniones en las que se solucionan muchas menos cosas. Más reuniones inocuas que nos dejan menos tiempo para lo que de verdad importa. Más paripés, más florituras, y más ineptos encumbrados. Cada vez hay menos genios y más mediocres. Cada vez hay menos tinta en los buzones, y más mensajes de bolsillo, cortos, sosos y encriptados, rebotando sin sentido entre despojos espaciales. Cada vez hay menos vocabulario, y menos estilo, y más faltas de ortografía que nos importan menos. Cada vez hay más focos y menos estrellas. Cada vez hay más basura y menos música, y menos literatura, y menos cine. Cada vez hay menos historias, o quizá menos gente dispuesta a buscarlas, y escucharlas, y contarlas. Cada vez hay más sed, y menos agua. Cada vez somos más lógicos y menos intuitivos. Y en esa lógica, en esa razón común estricta y aburrida, cada vez pensamos más similar, lo que nos lleva a pensar menos. Cada vez quedan menos paraísos, y más gente dispuesta a acabar con ellos. Cada vez hay más famosos y menos artistas, y menos arte, y más vulgaridad. Cada vez hay menos en lo que creer, y menos por lo que luchar, y menos fuerzas para hacerlo. Cada vez hablamos más y pensamos menos. Y al mirar a nuestro alrededor, cada vez percibimos que hay más gente prescindible que nos aporta mucho menos. Cada vez odiamos más, y perdonamos menos. Y aunque nos veamos más, nos echamos más de menos. Debe ser porque cada vez queremos más a los pocos que queremos. A los que necesitamos más, porque cada vez son menos.